Anecdotario Político 321

Benjamín Ardila Duarte

Los británicos tienen un humor serio. Aneurín Bevín decía: “El desarrollo del capitalismo se hizo con los salarios que no les pagaron a nuestros abuelos”. Y John Maynard Keynes gustaba afirmar: “Deberíamos tomar el futuro seriamente, porque en él vamos a pasar el resto de nuestras vidas”.

Cervantes también tiene su pensamiento político aplicable a todos los tiempos: “La libertad, amigo Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y que el mar encubre. Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”.

El político Dionisio Ridruejo nació un 12 de octubre. Advertido un día por el diplomático y poeta Eduardo Carranza de la coincidencia de su cumpleaños con el aniversario de la América de Colón, el español le dijo: “Y así nos va”.

José Umaña Bernal solía escribir que Churchill es la anécdota. Todo hombre grande es anecdótico. No hay hombre grande sin anécdota. Tampoco perdía el ministro británico, en los malos pasos, el sentido del humor. Rechazaba la Orden de la Jarretera, que al fin aceptó, porque sus electores le habían dado un puntapié por detrás. Anotaba que Cristóbal Colón era el fundador del Partido Laborista, porque cuando salió no sabía a dónde iba, cuando llegó no sabía dónde estaba y ambas cosas las hizo con el dinero de los demás. Siempre cruel con Attlee  – lo consideraba un hombre decente y modesto – , porque, naturalmente, tiene muchas razones para ser modesto. No le perdonaba su ascenso después de haber sido su protegido: “Basta alimentar un zángano con jalea real para que se convierta en reina”.

García Márquez también le da importancia a la anécdota cuando afirma: “Mi compatriota Augusto Ramírez me había dicho en el avión que es fácil saber cuándo alguien se ha vuelto viejo, porque todo lo que dice lo ilustra con una anécdota”. “Si es así”, le dije, “yo nací ya viejo, y todos mis libros son seniles”.