Anecdotario Político
Anecdotario Político
25 de Julio de 2014
Benjamín Ardila Duarte
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El ecuatoriano Juan Montalvo compara a Washington y Bolívar. La obra de nuestro Libertador es más ardua y, por el mismo caso, más meritoria. Washington, coronada su obra, acepta los casi humildes presentes de sus compatriotas; Bolívar rehúsa los millones ofrecidos por la nación peruana. Washington rehúsa el tercer periodo presidencial de los EE UU, y cual un patriarca se retira a vivir tranquilo en el regazo de la vida privada, gozando sin mezcla de odio las consideraciones de sus semejantes, venerado por el pueblo, amado por sus amigos.
Raúl Prebish, padre de la Cepal, anotaba que era fuerte en América Latina la propensión a importar ideologías, tan fuerte como la propensión de los centros a exportarlas. Y pontificaba así: “La concentración del poder económico es siempre un peligro para la autenticidad de la democracia. El Estado no es una entidad abstracta e incorpórea. Quienes manejan sus resortes están movidos por intereses y pasiones y no solo por designios colectivos”.
Desde los tratados de Managua y Tegucigalpa, el continente latinoamericano ha sido terreno para la existencia de organismos internacionales integradores. Félix Fernando Shaw lo decía: “La convergencia de un pasado, la problemática de un presente y las posibilidades del futuro se dan cita una y otra vez en los gobiernos americanos, quienes se aproximan unos a otros para resolver entre todos, a escala continental, muchas de las situaciones que la mayoría de ellos tienen planteadas en el ámbito nacional”.
En la monarquía parlamentaria peninsular, regulada por la constitución de 1978, hay aristócratas poco manipulables. La duquesa de Alba no besó la mano del rey ni se inclinó en su consagración porque –según la dama de sangre azul– “los grandes de España no nos descubrimos sino ante Dios y eso de mala gana”.
Los empresarios victoriosos son admirados por la juventud contemporánea de las universidades. Rockefeller, Howard Schultz, Steve Jobs, Bill Gates, Larry Page despiertan la curiosidad y veneración por encima de otros mitos. A la generación anterior se le mostraron los iconos de la música y el deporte, y a la precedente, los triunfadores políticos y los militares estrategas de la Segunda Guerra Mundial.
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