Anecdotario Político

Benjamín Ardila Duarte

Libertad y Orden dice el escudo nuestro. Hacer versos antiguos con pensamientos nuevos decía Chenier. Y el gran Cervantes anotó que son de imprescindible necesidad las armas, porque las leyes no se pueden sustentar sin ellas. “Porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se amparan los caminos, se despejan los mares de corsarios y, finalmente, los reinos, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura, y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas”.

La Segunda Guerra mundial fue cruel con los vencedores. De Gaulle presentó renuncia protocolaria terminado el conflicto y se la aceptaron por unanimidad. Roosevelt murió sin ver la tierra prometida. Churchill rechazó dos veces de su Majestad la Orden de la Jarretera, porque los electores le habían dado un puntapié por detrás. Al fin aceptó. También le dijo a la señora Bibesco que el partido Laborista, su enemigo, había sido fundado por Cristóbal Colón, porque cuando salió no sabía para donde iba, cuando llegó no sabía dónde estaba, y todo con el dinero de los demás.

Fraga Iribarne, tratadista español de ciencia política, trabajó el libro sobre el parlamento británico y el ensayo sobre el congreso americano. También las relaciones exteriores y el lobby intrigante para legislar en favor de los intereses privados. Al documentarse, un comentarista le aludía a esa magna asamblea y a los costos de los comicios así: “Tenemos el mejor congreso americano que el dinero pudo elegir”.

Marco Fidel Suárez, antes del tratado del 6 de abril con EE UU, escribió: “Fue el presidente Roosevelt, no fue Panamá, quien creó y estableció el hecho de la separación, apoyando a los insurgentes y estorbando por la fuerza el ejercicio de la soberanía de la República. El neutral se convirtió en verdadero beligerante como patrono de un beligerante que carecía de medios para emanciparse. Respecto de la parte teórica del conflicto, el Gobierno de Washington no dio tiempo siquiera para que Panamá dirigiese el manifiesto de estilo a las naciones, sino que él mismo forjó por su cuenta cierto resumen de inexactos cargos, asegurando que la revolución liberal amenazaba la neutralidad del tránsito interoceánico y calificando como enemigo del género humano y la civilización al Gobierno colombiano, quien tenía hacía quince años en paz y progreso el Istmo de Panamá”.

Aspiraba a repuesta embajada, ubicada en Europa, el bugueño gobernador del Valle Absalón Fernández de Soto. El mandatario de entonces, Alberto Lleras, le dijo lo bella que era Suramérica y el mandatario regional le respondía: “Te equivocas de continente, querido presidente”.