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Anecdotario Político
27 de Marzo de 2015
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Benjamín Ardila Duarte |
La elección de Olaya Herrera, en 1930, fue apoteósica. Viajó a campaña a Boyacá, y el presidente Abadía Méndez quería enterarse de la opinión, y pidió informes confidenciales. La respuesta, en telegrama y en clave, decía: “Señor presidente… Llegaron en marcha triunfal Enrique el Navegante, Alfonso el Sabio, San Gabriel Arcángel, Plinio el Joven, Agustín de Hipona, Felipe el Hermoso, Carlos el Temerario y Juan sin Tierra”. Naturalmente, se trataba de Olaya, López, Turbay, Mendoza Neira, Morales, Lleras y los Lozano y Lozano. Claro que Abadía entendió plenamente, a pesar de su miopía histórica y política.
En la campaña de Virgilio Barco a la Presidencia, se constituyó un equipo de técnicos y políticos que se llamó el Sanedrín, en recuerdo de reuniones pastorales del Antiguo Testamento. Al preguntar el candidato a un prelado bogotano por el significado de la palabra Sanedrín, el purpurado le respondió: “Sanedrín es una reunión de falsos profetas”.
Tony Blair, primer ministro británico, al presentar la Tercera Vía, como camino social del laborismo, generó la idea de darle un ministerio a la comunidad gay. Un periodista, con sentido del humor inglés, anotó que se estaba reduciendo la cuota gay en el gabinete ejecutivo al dejarle solo una cartera.
Relató el periodista Arturo Avella que al presidente Miguel Antonio Caro le regalaron un pisapapeles grande y de oro, en forma de cañón. El mandatario lo colocó en su despacho y esperó la intriga o petición de contrato o nombramiento para el donante. A los pocos días se produjo la llamada, la visita y la sugerencia, y el señor Caro dijo: “disparó el cañón”.
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