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Anecdotario Político
30 de Abril de 2015
Benjamín Ardila Duarte |
Don Jorge Holguín, en amplio reportaje de fin de la vida, dijo a los periodistas que el mejor orador que ha tenido Colombia ha sido Rojas Garrido, en el congreso o en la plaza pública. Era superior a Castelar, el gran tribuno español. El más grande estadista fue Murillo Toro. Y el periodista más brillante, Miguel Antonio Caro. Y junto a ellos se debían colocar los escritos de Marco Fidel Suárez.
Carlos Lleras Restrepo, conoció al Che Guevara en la conferencia de Ginebra sobre Comercio Exterior, en 1964. Años después anotó: “Ahora el Che vive solo en el mundo de la leyenda; pero entre todos los grandes revolucionarios su personalidad es, sin duda, una de las más simpáticas. Tras la victoria en Cuba siguió adelantando sus ideales y murió por ellos. No pasó de revolucionario a autócrata. Nada de lo que hizo después de nuestras entrevistas en Ginebra me causó sorpresa; me parece perfectamente natural que haya muerto como murió”.
La biografía de Keynes por Robert Skidelsky, reciente y completa ya traducida, tiene una referencia que no alude a Las consecuencias económicas de la paz, ni a la Teoría general. Se refiere a que John Maynard Keynes escribió a su padre en 1891 sobre George Darwin: “Las manos realmente le hacen parecer descendiente de un simio”.
Clemenceau, ateo beligerante, decía que el catolicismo del mariscal Foch le servía mucho para su vida militar y sus victorias. Y del ministro israelí Louis-Lucien Klotz, quien redactó las funestas cláusulas financieras del Tratado de Versalles, “el tigre” decía que era “el único judío que conozco sin ninguna capacidad para las finanzas”.
La apostura de un jefe político es fundamental para su carrera pública. Olaya Herrera medía dos metros y, sin micrófono, se oían sus discursos en la Plaza de Bolívar. Tenía el aire de dignidad de los monarcas. Quien no lo conocía ni en fotografía y lo encontrara, mezclado con gente en un lugar de Colombia, diría al verlo: Este es el jefe de la nación. Así le oímos referir a Juan Lozano y Lozano.
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