Anecdotario político
Anecdotario político
28 de Marzo de 2016
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15617
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Benjamín Ardila Duarte |
- La tauromaquia ha tenido que ver con la Iglesia Católica. En 1557, Pío V excomulgó a los lidiadores. Felipe II pidió a Gregorio XIII que atenuara la prohibición. Clemente VIII autorizó las corridas. El papa Sixto V las prohibió y Fray Luis de León y el Claustro de Salamanca protestaron por la condenación. Fueron enemigos de la fiesta brava Torquemada, Gabriel Alonso de Herrera y Santo Tomás de Villanueva. El gran historiador español padre Juan de Mariana condena el espectáculo taurino como descendiente de las fiestas romanas. Empero, defendió el espectáculo don Juan Medina. Carlos III prohibió las corridas y Carlos IV las autorizó. Finalmente, Fernando VII primero las prohibió y después las autorizó y fundó una escuela para enseñar el arte de los toros en el Real Colegio de Tauromaquia de Sevilla.
- El conde Romanones, monarquista español, escribió un breviario de la política experimental, con cuatro reglas prácticas para manzanillos hábiles: sumar cuanto se pueda, restar lo menos posible, multiplicar con cuidado y dividir al adversario hasta volverlo polvo.
- El gasto social se recupera como inversión, porque hace más rentable y calificada la mano de obra y más elástica la demanda. Stroumiline hizo la prueba elemental: mil obreros analfabetas producen, con idénticas técnicas, 30 % menos que otros mil que saben leer y escribir. El gasto en ciencia y tecnología mejora la economía en las estadísticas confiables de hoy. La salud, la educación, el techo, la tierra propia y el trabajo constituyen el soporte de una alta tasa de desarrollo económico y social.
- Olaya Herrera vivía orgulloso de su obra social. El régimen cooperativo y la sindicalización legalizada son instituciones que nacieron en 1931, bajo su impulso. Claramente lo establecen las leyes 83 y 134 de 1931. Y la joya de la corona es el Decreto 895 de 1934, que limitó a ocho horas la jornada laboral. Y dijo: “No les den las gracias al Presidente, sino a la lucha de María Cano”, diría el mono Olaya después.
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