Anecdotario Político
Anecdotario
12 de Abril de 2011
Benjamín Ardila Duarte
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El escritor Ramiro de la Espriella apadrinó en Cartagena al futuro magistrado Carlos Villalba Bustillo en el sacramento de la confirmación. El señor obispo preguntó: “¿Renuncia a satanás, a sus pompas y a sus obras?” Y sus amigos replicaron: “La renuncia no es irrevocable sino protocolaria”.
El tratadista de Derecho Administrativo y ex ministro Castro Martínez llegó al despacho de minas y petróleos a tratar una gestión profesional. Le pasaron el expediente y, como buen jurista, dijo enardecido: “Aquí hay una nulidad”. El secretario de la cartera le contestó: “Sí hay una nulidad, pero está tomando tinto en este momento”.
En su libro Demasiadas leyes, decía Bentham: “Hay textos legales para todo”. Y es cierto. Cuando estallaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, nuestros parlamentarios propusieron que se reservaran para la Nación los yacimientos de uranio y otros minerales para producir energía nuclear. Sorpresa: desde 1919, había una ley detallada que atribuía al Estado colombiano el dominio eminente de las sustancias radioactivas.
Guillermo León Valencia, ya ex presidente, vivía su decorosa viudez y una dama atrevida le sugirió que adelantara un nuevo matrimonio con una encopetada y rica viuda tres veces de brillantes enlaces precedentes. Valencia respondió sin pestañear: “No me caso, porque yo soy mal cuarto”.
Cuando el fin de los imperios de que hablan los modernos historiadores opina sobre la decadencia norteamericana, Bill Clinton dice que las virtudes y recursos de sus compatriotas siempre prevalecen sobre sus vicios y defectos.
El presidente Pedro Nel Ospina (1922-1926) logró amplios terrenos de la nación titulados a su nombre y al de su familia para explotar la selva y convertirla en haciendas. El caricaturista Rendón le hizo un dibujo, con la mirada al norte: “Perdí mi tiempo en la presidencia, porque todos mis esfuerzos fueron… baldíos”.
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