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Actualizado hace 1 minute | ISSN: 2805-6396

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Curiosidades y…


Agüeros y…

13 de Junio de 2014

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Antonio Vélez

Antonio Vélez

 

 

 

 

 

Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana...

De la primera no estoy seguro”

Albert Einstein

 

La astrología, una seudociencia cargada de sandeces, existe desde tiempos remotos, y todavía arrastra una ingenua y numerosa clientela, y no está formada por analfabetas. Por su lado, la numerología y la adivinación del futuro utilizando todos los caminos que uno quiera imaginar mantienen permanente actualidad.

 

El número 13 ha sido sinónimo de desgracias, de mala suerte, de negras expectativas, aun para gente que se considera civilizada. Triscaidecafobia, la llaman. Y si de un viernes 13 se trata, entre anglosajones los augurios son aún más negros (martes 13, para los países latinos). Nadie ha confirmado estas asociaciones negativas, pero son tantos los que creen en ellas, que en algunos hoteles y edificios, al numerar los pisos, del 12 saltan al 14.

 

El deporte no se escapa de tal agüero. La FIFA estudió la posibilidad de permitir a los equi­pos de fútbol presentar una camiseta sin número para el jugador que le correspondiera el 13, en el caso de que este no lo deseara. También se pensó en remplazarlo por el 23. Al fin primó la sensatez y se desechó la idea. Más aún, hay futbolistas que eligen el 13 porque lo consideran portador de la buena suerte. Entre estos últimos esta el alemán Gerd Müller, quien en un campeonato mundial eligió precisamente el número fatal, pues pretendía igualar el récord del francés Just Fontaine, goleador del Mundial celebrado en Suecia, precisamente con 13 tantos. Müller no logró batir la marca de Fontaine (diría que por lo del 13), pero sí logró, con 10 goles, consagrarse como el máximo anotador.

 

Existe también la tetrafobia, o fobia al 4. Dicen que en China, Japón y Corea es frecuente que en los hospitales no exista el piso 4. ¿La razón? La palabra japonesa shi quiere decir muerte, y se pronuncia igual que el 4. En algunos hospitales no existe la habitación número 42 (shi-ni), ya que este es un número de muy mal augurio, pues al pronunciarlo se parece a prepararse para morir. Y algunos hospitales de maternidad no poseen la habitación 43 (shi-san), ya que se pronuncia igual que parto muerto.

 

El renombrado modisto Paco Rabanne afirmaba poseer dotes de adivino. Hace unas décadas predijo para 1999 el fin del mundo. El argumento de Paco era contundente: el año es satánico, pues 1999 se puede separar en dos partes: 1 que significa Dios y 999 que, invertido, se convierte en el temido 666. La verdad es que el pronóstico no se cumplió. Al llegarle la hora de la verdad, el desvergonzado salió con que “me equivoqué, pero solo de fecha”. Y deberíamos haberle creído a Rabanne, ya que este aprendiz de adivino es un extraterrestre de Altair, en la constelación del Águila; además, en vidas pasadas fue socio fundador de la Atlántida. En estos azarosos menesteres de las profecías, el gran modisto parece que se ha metido en camisa de once varas. 

 

Algunos jefes de Estado, para vergüenza de la inteligencia humana, han reconocido que muchas de las decisiones importantes han sido consultadas con astrólogos y adivinos. Es de conocimiento popular que Ronald Reagan, mientras fue presidente del país más poderoso de la tierra, dejaba que su astrólogo de cabecera, John Quigley, fijara las fechas de las reuniones importantes, en tanto que Barbara Honegger, parasicóloga, se desempeñaba como ayudante permanente de la Casa Blanca.

 

Terminemos oyendo al matemático John Paulos: “En una sociedad en la que la ingeniería genética, la tecnología láser y los circuitos en microchips incrementan a diario nuestra comprensión del mundo, resulta especialmente lamentable que una parte importante de la población adulta crea todavía en las cartas del Tarot, en la comunicación mediúmnica y en los poderes del cristal”. Y en toda suerte de imposibles. Tenía razón Einstein.

 

 

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