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26 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 35 minutos | ISSN: 2805-6396

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¿Patria grande o patria aparte?

07 de Febrero de 2017

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Andrea Rocha Granados

Abogada de la Universidad de los Andes e investigadora en derechos humanos

 

Al parecer, el nuevo presidente de EE UU está cumpliendo con sus promesas de campaña. En menos de una semana, Donald Trump anunció la ampliación del muro que ya estaba construido en una parte de la amplia frontera con México, con el presunto objetivo de cortar el flujo migratorio que viene desde la frontera sur. Al mismo tiempo propuso restringir la entrada de inmigrantes que huyen de las guerras en Medio Oriente, sin que eso signifique terminar con la financiación de esas guerras. Recientemente, por si fuera poco, Trump afirmó que la tortura es un método útil para obtener información y sugirió la reapertura de las cárceles clandestinas de la CIA en el exterior. “Todo en el marco de la legalidad”, deslizó irónicamente.

 

Otra de sus acciones ha sido la de firmar un decreto que prohíbe la financiación con fondos del gobierno a ONG que presten asesoramiento a favor del aborto. En esa misma línea prevé reducir drásticamente el apoyo financiero que EE UU le proporciona a la ONU. También revisará todos los tratados multilaterales que no estén "directamente relacionados con seguridad nacional, extradición o comercio internacional", entre ellos la Convención para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño.

 

Respecto a Colombia, el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, anunció que iba a revisar los detalles del acuerdo de paz en Colombia para determinar hasta qué punto EE UU debería seguir apoyándolo. Un aspecto de esa revisión tiene que ver con el narcotráfico, justo en un momento en el que la llamada guerra contra las drogas estaba siendo cuestionada en el ámbito internacional.

 

Como decía el poeta y dramaturgo Beltolt Brecht, cumplir las promesas no es en sí mismo una virtud. ¿Qué tipo de promesas está cumpliendo el señor Trump? ¿Qué tipo de verdades defiende? En lo que concierne a los derechos humanos, el panorama más que desalentador es preocupante. Aunque ya las cosas se veían mal antes de que comenzara su mandato, las decisiones recientemente tomadas indican graves retrocesos en aspectos generales sobre los que, se creía, no había vuelta atrás.

 

La anunciada desfinanciación de la ONU pone en grave riesgo su capacidad operativa, al igual que lo que está sucediendo con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Más allá de todas las críticas que se deben hacer a ambos organismos, sobre todo en lo que tiene que ver con su burocratización y en muchos casos con su funcionalidad respecto de intereses muy alejados de su propósito, la ONU surgió por razones todavía vigentes y para nada despreciables, como la mismísima supervivencia de la especie humana.

 

¿Cómo responderemos los colombianos a esas medidas? En este año preelectoral, la respuesta es importante y nos incumbe a todos. ¿Elegiremos un gobierno que asuma como propio el lenguaje de la potencia del norte y que copie y apoye sus medidas solo para sentirse un poco más blanco, un poco más grande, un poco más fuerte? ¿Cómo actuará nuestro país frente al desafío que representa no solo Trump, sino todos los gobernantes del mundo que toleran e, incluso, promueven la xenofobia, el machismo y la superioridad de una raza sobre otra –como está sucediendo en Argentina-? ¿Se unirá el próximo gobierno con los países de la región con quienes comparte historia y cultura para hacer frente al nuevo panorama? ¿O armará rancho aparte y, simplemente, se adherirá o callará?

 

No se puede defender la dignidad de un pueblo pisoteando a otro. No se puede hacer digno a un país haciendo indigno al resto del mundo. Esa fue la enseñanza que dejó la Segunda Guerra Mundial. En ese entonces una nación con una situación económica gravemente deteriorada eligió por vía democrática a un hombre de carácter mesiánico que prometió devolverle toda la grandeza a su patria. Bajo esa excusa, determinó que unos “extranjeros” que habitaban el suelo de ese país eran la fuente de todos los males. Estigmatizó a esa población y construyó muros a su alrededor para luego exterminarla.

 

Mucho se ha comparado la situación actual del mundo con la que se vivió poco antes de esa gran guerra. Incluso se habla del fin de las repúblicas o, mejor, de las instituciones y de las reglas que dan forma a la república. Ante este panorama la explicación de la Carta de las Naciones Unidas cobra absoluta vigencia:

 

Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad. Y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usara la fuerza armada sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios”.

 

Que así sea.

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