Al Margen
La otra agenda del Congreso
26 de Noviembre de 2013
Uno pensaría que el Legislativo colombiano está tan metido de cabeza en el trámite de proyectos como la reforma a la salud o la votación del referendo para la paz el mismo día de las elecciones, que apenas si le queda tiempo para estudiar otras iniciativas menos taquilleras, pero no menos importantes. ¿En qué van, por ejemplo, el incidente de impacto fiscal, la participación en política de los servidores públicos, la reforma a las cámaras de comercio…? Avanzan. No con la misma prensa que los primeros, pero ahí van. Caminando al pausado ritmo al que nos tienen acostumbrados los congresistas. El mismo que suele acelerarse a mediados de diciembre, antes de que el periodo de sesiones termine y les toque irse a sus merecidos tres meses de vacaciones (que esta vez coincidirán con la campaña para asegurarse otros cuatro años en el Capitolio).
Pero si de esos proyectos se sabe poco, menos se sabe todavía de otras propuestas, bastante peculiares, que, “songo sorongo”, se van abriendo paso y que, el día menos pensado, pueden convertirse en ley sin que nadie se dé por enterado. ¿Sabían, por ejemplo, que una de esas iniciativas prohíbe los saleros en las mesas de los restaurantes, que otra busca declarar el agua de panela como bebida nacional o que una más pretende similares fines con el juego del turmequé? Pues para que el día de mañana no se les salga la piedra con el mesero porque en su mesa no hay salero, aquí les contamos en qué consisten.
Empecemos por esta, la de la sal. Preocupado por las consecuencias que el alto consumo de ese apetecido condimento puede causar en la salud humana, en especial por el riesgo de hipertensión, el representante a la Cámara por las negritudes Yahir Acuña plantea prohibir “la exposición de saleros u otros recipientes destinados a contener sal, en los comedores, restaurantes o cualquier otro lugar donde se ofrezcan alimentos”. Y ya. Eso es todo. El proyecto solo tiene otro artículo que dice que la ley rige a partir de su promulgación. No agrega ninguna política pública para desincentivar el consumo, campañas educativas ni nada por el estilo. Con no poner saleros, pensaría uno, se disminuiría el consumo a los niveles que recomienda la Organización Mundial de la Salud (por debajo de los 5 gramos diarios, según la exposición de motivos).
Pero sigamos con lo dulce: el agua de panela. Contrario a lo que pasa con la sal, esta bebida sería considerada “símbolo de nutrición, salud y patrimonio gastronómico y cultural de la Nación”, si el proyecto que, en ese sentido, presentó el senador liberal Guillermo García Realpe se convierte en ley de la República. La propuesta reconoce “la importancia de la panela en la economía colombiana y la canasta familiar”. Tanto así, que ordena incluirla “como alimento básico en los programas nutricionales, compras estatales y de seguridad alimentaria que ejecuten las entidades del orden nacional y territorial”. Además, da instrucciones a los ministerios de Cultura, Comercio y Agricultura relacionadas con la promoción de su consumo. Todo, claro está, acompañado de las respectivas apropiaciones presupuestales.
Y terminemos con el turmequé. Este proyecto, impulsado por el senador del Mira Manuel Virgüez, reconoce ese juego como patrimonio inmaterial de la Nación. Pero no se queda ahí. Además de las instrucciones que le da al Ejecutivo para promocionarlo, lo autoriza para destinar apropiaciones presupuestales que tienen, entre otros fines, construir y dotar un escenario “para realizar eventos u olimpiadas internacionales del juego al turmequé” y “apoyar el reinado nacional del juego al turmequé”, que se realizará, por supuesto, en Turmequé (Boyacá).
Se quedan en el tintero proyectos como la “ley Nairo”, sobre el transporte al colegio en bicicleta, o el que declara como patrimonio cultural al Festival Nacional del Porro. De todos, claro está, se espera que corran mejor suerte que la reforma a la justicia.
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