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Actualizado hace 7 hours | ISSN: 2805-6396

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Carlos Gaviria Díaz, ferviente defensor de la filosofía liberal

01 de Abril de 2015

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Por Leonardo García Jaramillo

Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas, Universidad EAFIT

 

“¡Ha muerto el gran magistrado colombiano!”. La noticia llegó a Curitiba hoy en la mañana y silenció con duelo una discusión constitucional entre juristas brasileros y colombianos. Ello refleja la dimensión del impacto que, como jurista y magistrado, tuvo Carlos Gaviria Díaz (1937-2015), más allá de los círculos jurídicos nacionales.

 

El que hoy se reconozca a nuestra jurisprudencia constitucional como pionera en temas como justiciabilidad de derechos sociales y protección a minorías sociales se debe, en parte fundamental, a su erudición jurídica y a la envergadura intelectual de sus juicios. Las sentencias de las que fue ponente sentaron sólidos criterios que fundaron los precedentes por los que se admira el trabajo que, en la reducción de la disociación entre la normativa garantista y la realidad signada por la desigualdad, y aun por la discriminación en muchos ámbitos, ha realizado la Corte Constitucional.

 

La densidad normativa material de la Constitución tiene hoy la dimensión que se le reconoce en muchos países del mundo que optaron por el constitucionalismo como modelo de organización jurídico-política, gracias a la contribución de magistrados que, como Gaviria, realizaron en la primera conformación, con siete magistrados, que tuvo la Corte luego de proclamada la Constitución de 1991, y luego en su periodo como magistrado durante ocho años.

 

No fue, como los intelectuales de su generación, un autor prolijo. De hecho, hasta poco antes de su publicación, tuvo reticencia en la edición del libro Sentencias: herejías constitucionales. Recuerdo, siendo aún estudiante de pregrado, una conversación con él y Carlos Enrique Ruiz minutos antes de la presentación del libro. Sentía que inmerecidamente iba a recibir méritos por la difusión bajo su rúbrica de sentencias adoptadas por la Corte. Su honestidad como persona e intelectual se reflejaba en muchos aspectos de su personalidad.

 

Como genuino intelectual público, fue un faro en momentos convulsos de la realidad nacional. El trabajo de realizar sin precedentes la normativa constitucional en el contexto de una sociedad que recién salía del confesionalismo le exigió tomar un papel que trascendió las barandas del tribunal. Era común verlo en los medios explicando una sentencia compleja, y nunca abandonó su papel docente y académico.

 

Sus aptitudes como maestro se reflejaron también fuera de las aulas, donde estuvo por cerca de 35 años en la Universidad de Antioquia, y luego en numerosos programas de posgrado en todo el país. Quizá por el amplio reconocimiento de sus calidades pedagógicas, se sintió llamado a ocupar un lugar de prestancia en la política, luego de su paso por la Corte. Senador y candidato presidencial, fue hasta el último momento ferviente defensor de la filosofía liberal. 

 

Su incansable deseo de promover las que consideraba mejores concepciones del ejercicio de la autonomía individual, el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad lo llevó a defender, al interior de la Corte, y luego a exponer ante la opinión pública, los argumentos que sustentaron sus conocidas posiciones a favor de la eutanasia, el aborto, la dosis personal de droga, la separación iglesia-Estado y los derechos para minorías, como los indígenas y los homosexuales.

 

Pero los argumentos a favor de las más prístinas concepciones de la libertad y la dignidad humana, que esgrimió en sustento de las ratio de sus sentencias, fundaron, más que nuevas líneas jurisprudenciales, una nueva forma de pensar acerca del reconocimiento, el sentido de lo público y el ejercicio de la libertad ante el respeto por la diferencia. En una ocasión, recordó una entrevista a Ronald Dworkin cuando hablaba acerca del relativismo en la toma de posturas políticas. Aún conservo el fragmento que busqué luego de la referencia del maestro. Decía Dworkin: “Odio cuando la gente dice: ‘Está bien que los homosexuales contraigan matrimonio, pero esa solo es mi opinión’. Usted no puede pensar que solo es su opinión, o si no, no la sostendría. Imagine a un juez que acaba de sentenciar a alguien a cadena perpetua diciendo: ‘otros jueces podrían haberlo considerado de otra forma y tienen el derecho a tener sus propias opiniones’. ¿Quién podría decir tal cosa de forma razonable?”.

 

Pensador de izquierda, concebía a la igualdad material como un presupuesto del ejercicio de la libertad, sobre todo al interior de sociedades aberrantemente desiguales como la colombiana. Intelectual riguroso, pero claro en sus sentencias e intervenciones públicas. En sus clases y conferencias no llevaba casi nunca el texto escrito, si acaso unas notas. Pero quienes tuvimos el placer de escucharlo siempre reconocimos en sus intervenciones el rigor y el hecho de que la verdadera profundidad filosófica se resuelve en la claridad.

 

Se le recordará como un librepensador, en el sentido que lo definió recientemente Freddy Téllez: “El librepensador es un hombre con la conciencia alerta que lucha con los problemas de su tiempo. Es un pensador por fuera de corrientes y doctrinas, en la medida de lo posible, consciente de no poseer la verdad todopoderosa y discriminante; constructor de una verdad minúscula en confrontación constante con la realidad, siempre en movimiento” (Pequeño tratado del librepensador, Bogotá, Sílaba, 2015).

 

Otra de las virtudes del liberalismo que reivindicó en sus sentencias y en su vida pública y privada, fue la tolerancia. Recuerdo la última ocasión cuando coincidí con el maestro Gaviria, en Bucaramanga, durante la campaña al senado de Rodolfo Arango. Con finura y buen humor, recordó que cuando empezó la discusión constitucional por la discriminación por razones de orientación sexual, una de las primeras objeciones que tuvo que sortear ante su consabida posición no fue por el sentido de sus argumentos. Un periodista le preguntó al final de una entrevista: “Entonces usted también es gay, ¿no, doctor?”. La incomodidad por un juicio personal y una implícita indicación de que su posición a favor de la igualdad en materia sexual era autointeresada fue más bien respondida así: “No hombre, y créame que tampoco he fumado nunca marihuana”.

 

 

Información adicional

 

Conozca las sentencias de constitucionalidad que proyectó Carlos Gaviria Díaz

 

Varias decisiones proyectadas por el fallecido jurista, en el periodo 1993 - 2001, fueron la base de la transformación de ciertas políticas públicas, como sucedió con la despenalización del homicidio por piedad (Sentencia C-239/97) y la del consumo de la dosis mínima de droga, que estaba sancionada por los artículos 51 y 87 de la Ley 30 de 1986, declarados inexequibles en la Sentencia C-221/94. Otros aportes destacados en su paso por el alto tribunal son las limitaciones impuestas a los estados de excepción (Sentencia C-179/94) y la inconstitucionalidad de la reglamentación al ejercicio del periodismo, pues consideró que no podía limitarse el acceso a este oficio a quienes no fueran comunicadores (Sentencia C-087/98).

 

Frente al derecho a la igualdad y el principio de prohibición de la discriminación, cabe recordar que Gaviria proyectó el retiro del ordenamiento de una norma del Código Civil que anulaba el matrimonio de “la mujer adúltera con su cómplice”, pero que no hacía lo propio con el hombre que incurriera en la misma conducta (Sentencia C-082/99).

 

Gaviria tampoco fue partidario de la detención de conductores en estado de embriaguez, pues fue el autor del fallo que declaró inconstitucionales las normas que permitían el arresto, inclusive si el estado de alicoramiento no generaba delito (Sentencia C-189/99).

 

Además, fue ponente de la inexequibilidad del artículo 4º (parcial) del Decreto 2265 de 1991, que eliminaba, en el marco de un estado de excepción, el beneficio de no extradición como mecanismo premial de colaboración con la justicia (Sentencia C-092/98).

 

En el documento adjunto encontrará la lista con todas las sentencias proferidas por el exmagistrado, fallecido este martes a los 77 años.

 

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