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Actualizado hace 3 minutos | ISSN: 2805-6396

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Obras del Pensamiento Jurídico


Análisis: “Emociones políticas. ¿Por qué el amor es importante para la justicia?”, de Martha Nussbaum

07 de Junio de 2018

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Leonardo García Jaramillo

Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas, Universidad EAFIT

 

A pesar de enamoramiento precoz, me había resistido a escribir en esta sección sobre alguna de las extensas obras de Martha Nussbaum por el desafío que impone la erudición, la riqueza narrativa y las originales conexiones que establece entre autores, épocas y problemas clásicos que, en su reconstrucción, adquieren inusitadas dimensiones y gran relevancia contemporánea.

 

Un diálogo reciente con el profesor Rodolfo Arango me llevó a retomar este libro para procurar desarrollar la que coincidimos en destacar como una de sus lecciones más sugestivas y relevantes para sociedades, como la colombiana, donde no se reconoce una esfera pública de interacción social que permita la deliberación racional de nuestras perspectivas morales y políticas; una sociedad donde es difícil imaginar la situación de otros y construir empatía entre nosotros más allá de nuestros círculos íntimos, donde no hay bases sociales para que todos sientan respeto por sí mismos y no sientan humillación, y donde no todos son tratados como seres dignos de igual valía. Es decir, una sociedad que carece de una de las capacidades centrales que, para Nussbaum, deben apoyar todas las democracias: la “pertenencia” (Affiliation, traducida usualmente como Afiliación).

 

Martha Nussbaum nació en Nueva York, en 1947. Obtuvo una maestría y un doctorado en Filología Clásica en la Universidad de Harvard, donde llegó a ser la primera mujer en integrar el cuerpo docente del Departamento de Filosofía. Actualmente es profesora en la Universidad de Chicago. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos a su carrera y sus libros. Es doctora honoris causa por más de 30 universidades de EE UU, Canadá, Asia, Europa y América Latina, y recibió el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (2012). 

 

Como asesora del World Institute for Development Economics Research, que integra la Universidad de las Naciones Unidas (Finlandia), desarrolló con Amartya Sen un enfoque que ha ganado importante influencia como método alternativo para medir el desarrollo humano: el enfoque de las capacidades, el cual inspiró la creación del Human Development Index de las Naciones Unidas.

 

La importancia de cultivar políticamente el amor

 

El estudio de las emociones ha sido objeto de un renovado interés filosófico, en particular por su relación con actitudes políticas, que ha desplazado su consideración como meras sensaciones irracionales que nos suceden instintivamente. “Cada uno de los ideales políticos más importantes está apoyado por sus propias emociones particulares”, enfatiza Nussbaum, por lo que comprender la relevancia de las emociones morales que sustentan, suscitan y permiten evaluar actitudes políticas es esencial para la cultura pública y para avanzar en los ideales de la justicia social.

 

Nussbaum articula la filosofía moderna con las emociones, la sicología, las artes y las políticas públicas necesarias para que los ciudadanos desarrollen sus capacidades y puedan desplegar así su autonomía como seres humanos con derecho a establecer y seguir un plan de vida. Sustenta entonces la importancia de abordar las emociones con un enfoque cognitivo.

 

El objeto de las emociones políticas o públicas es la existencia de la nación a partir del logro de sus objetivos, así como sus líderes e instituciones, pero también su geografía y la percepción de los conciudadanos como habitantes con los que se comparte un espacio público común. Tan importante es desarrollar estas emociones en las personas como desarrollar habilidades y destrezas intelectuales, porque permiten, o bien llevar a cabo exitosamente cualquier proyecto socio-político, o destruirlo por la no superación de divisiones generadas por emociones de envidia o resentimiento, por ejemplo.

 

Emociones políticas es un libro de filosofía política que se inscribe en, y desarrolla con gran originalidad, la tradición del liberalismo de Locke, Mill y Berlin, pero en particular en su versión política defendida por Rawls. Nussbaum denuncia que esta tradición ha ignorado el fomento político de las emociones. El compromiso con la libertad y la autonomía individuales por el que propugna el liberalismo no se puede cumplir sino es a partir del fomento de capacidades humanas entre las que se destacan emociones políticas como la capacidad de amar, de conmiserarse y de solidarizarse que permiten avanzar en los logros de la justicia social.

 

El miedo, la envidia y la vergüenza son emociones que amenazan la conmiseración social o compasión cívica, por lo que es necesario garantizar el goce efectivo de unos derechos básicos como forma de evitar males mayores. Nussbaum reconoce que al establecer Rawls sus dos principios de justicia, que garantizan un conjunto de libertades básicas iguales y combaten la injusticia, si bien no elimina la envidia del corazón humano, podría contribuir a erradicar un amplio grado de inseguridad y, así, a impedir que los perjuicios fuesen muy grandes, porque las personas sabrían que sus derechos básicos estarían garantizados. La existencia de derechos básicos y de instituciones que los garanticen fomentaría igualmente un importante sentido común alrededor de la justicia que permitiría vincular a las personas con lazos de amistad cívica.

 

De otra parte, una estructura de la sociedad como la sustentada por Rawls erradicaría dosis importantes del corrosivo sentimiento de envidia porque las instituciones económicas disminuirían las diferencias sociales y aproximarían así a las personas entre sí más que en otras sociedades desiguales y profundamente segregadas. Contra la envidia necesitamos desarrollar emociones que sustenten actitudes políticas dirigidas hacia el desarrollo de una conciencia de suerte común que permita a todos sentirse parte de un mismo grupo, solidarizarse.

 

La obra

 

El libro contiene tres partes: historia; objetivos, recursos, problemas, y emociones públicas. Nussbaum parte del argumento de Tagore y Mill en virtud del cual cultivar públicamente las emociones es central para mantener unidos a los ciudadanos no tanto en situaciones de normalidad y armonía, sino precisamente cuando deben sacrificar su interés particular en favor del bienestar común. También expone el problema de las emociones políticas desde una perspectiva histórica a partir, además, de Rousseau, Herder, Mozart y Comte.

 

Para Nussbaum, pese a sus abundantes peligros, ninguna cultura pública decente puede sobrevivir y florecer sin cultivar adecuadamente la emoción patriótica o el amor al país propio. Ilustra el patriotismo con Jano, el dios romano de los comienzos, las transiciones y los finales, que se representa con una figura de dos caras: una se dirige al “yo” que debe cumplir sus obligaciones con los demás, para sacrificarse por el bien común, mientras que otra mira en sentido contrario, invitando a los buenos patriotas a distinguirse de los extranjeros para luego discriminarlos. Por esto Nussbaum advierte cuatro peligros latentes del patriotismo: los valores excluyentes y mal orientados, el sometimiento de la conciencia de una minoría a una carga indebida mediante ciertas imposiciones, un exceso de énfasis en la solidaridad y la homogeneidad que pueda llegar a eclipsar el espíritu crítico, y el peligro de una motivación insípida que sucede cuando no existe un amor particularizado.

 

Debe estimularse el amor a la patria sin dejar de relacionarlo con buenos valores que puedan servir de base para poder criticar eventualmente los perjudiciales. En la educación primaria, por ejemplo, realizar representaciones teatrales permitiría a los estudiantes sentir y ponerse en el papel del excluido o marginado para experimentar esas emociones y luego ser más sensibles a ellas cuando las observen en sus conciudadanos.

 

Nussbaum analiza festivales trágicos y cómicos en la Grecia clásica y demuestra el papel que desempeñaron para la educación de la ciudadanía. Debido a la experiencia emocionalmente compleja de los dilemas trágicos, pueden dirigir la atención emocional e imaginativa hacia los derechos y el daño que se ocasiona si no se garantizan. Los ciudadanos luego aprenderían que hay pérdidas que son inconfundiblemente perjudiciales, no solo para la víctima concreta, sino para la sociedad. Conocer las obras donde se desarrollan tragedias fomenta la compasión por los otros y desarrolla sentimientos y emociones que conectan con nuestra fragilidad física.

 

Debemos buscar políticamente los medios idóneos para lograr los mismos objetivos que, en el mundo antiguo griego, desempeñaban el teatro trágico y cómico. La cultura política pública posee una enorme relevancia como expresión de las relaciones existentes entre las emociones públicas y los principios políticos de una nación.

 

Nussbaum encuentra ejemplos contemporáneos de esta búsqueda en los discursos y la presencia pública de Lincoln, en las discusiones literarias abiertas a la ciudadanía durante la Alemania de Weimar, en la retórica pública del líder del movimiento por los derechos civiles Martin Luther King o del pacifista Gandhi, en artes visuales como las fotografías que durante el gobierno de Roosevelt motivaron el apoyo a su política inclusiva del New Deal, en los escritos de Nehru y Ambedkar (quienes con Gandhi son considerados los padres fundadores de la república de la India) y, en general, en el diseño de monumentos, parques y espacios públicos que se construyen no solo siguiendo fines estéticos, sino con una importante funcionalidad simbólica de integración social. El monumento a los veteranos de Vietnam, de Maya Lin, y el parque Millenium de Chicago son dos de los ejemplos con los que Nussbaum ilustra este punto. También analiza cómo una canción se convirtió en un elemento central del movimiento de Gandhi por la libertad.

 

Nussbaum aborda la cuestión de lo que puede y debe hacer un gobierno democrático para fomentar emociones esenciales para la política, sin violentar los principios de quienes disienten. Si bien para garantizar la libertad, la justicia y la estabilidad de una sociedad el Estado no debe imponer ninguna perspectiva omnicomprensiva del bien o de la buena vida, ello no implica desvincular al Estado liberal de una obligación por cultivar ciertos estados emocionales en sus ciudadanos.

 

Gran parte del trabajo de sostener un conjunto de principios políticos deben realizarlo instituciones, pero el punto medular para Nussbaum es que estas mismas instituciones no podrán ser estables en el tiempo a menos que las personas las respalden y tengan lazos de relacionamiento cívico como conciudadanos. Solo una emoción tan poderosa como el amor puede superar el disgusto y la vergüenza que a menudo nos impide relacionarnos con los otros. Si bien el amor tiene muchas maneras de expresión, hay un contenido básico que es el que lo lleva a uno por fuera de sí mismo para sensibilizarlo con sentimientos ajenos. Esta forma de concebir la emoción que suscita el amor la encuentra Nussbaum en la poesía de Walt Whitman. El amor es una emoción relacionada con la búsqueda de la felicidad, en sentido amplio, y una emoción capaz de fomentar vínculos sociales y compasión.

 

Los gobiernos liberales deben establecer políticas y medidas que contribuyan al fomento de capacidades emotivas, además de intelectivas, que resultan esenciales para crear lazos sociales y, así, construir un proyecto de sociedad. La sociedad, desde el proyecto del liberalismo político de Rawls donde se inscribe Nussbaum, y que desarrolla considerablemente, debe estar enmarcada, no solo en el respeto a las libertades políticas y a la igualdad de oportunidades, sino también a medios como la renta y la riqueza que permitan contar con bienes como la salud y la educación.  

 

El amor, que está en el centro de todas las emociones esenciales que sustentan una sociedad decente, surge en el seno de la familia, por lo que las instituciones deben amparar a la persona desde las primeras etapas de su crecimiento, cuyo descuido en la alimentación está demostrado que genera secuelas que nunca pueden subsanarse. El cuidado de la salud y la educación básica deben constituir entonces medidas de política pública para aumentar la probabilidad de que en el futuro a una persona no se le dificulte desarrollar emociones morales. Más adelante, sus formas de relacionamiento público y su educación no deben desatender la importancia de continuar desarrollando sus emociones hacia, por ejemplo, una adecuada forma de patriotismo y sentido de nación. Para inculcar estos valores nacionales que suscitan ciertas emociones se realizan festividades públicas, se despliegan ferias de arte y debe cuidarse el discurso político público.

 

Referencias

 

Martha Nussbaum, Women and human development. Cambridge University Press, 2000.

 

Martha Nussbaum, Political Emotions: Why Love Matters for Justice. Harvard University Press, 2013. Vers. cast., Emociones políticas ¿Por qué el amor es importante para la justicia? Barcelona, Paidós, 2014.

 

Martha Nussbaum, Hacer que la filosofía se ocupe de la política en: Leonardo García Jaramillo (ed.). Reconstruyendo a Rawls. Elementos para una biografía intelectual. Editorial de la Universidad de Buenos Aires, 2016.

 

Rachel Aviv, The Philosopher of Feelings. Martha Nussbaum’s far-reaching ideas illuminate the often ignored elements of human life—aging, inequality, and emotion. En: The New Yorker, julio 25, 2016.

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