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04 de Mayo de 2024 /
Actualizado hace 2 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Cine y Derecho

Afuera de Auschwitz

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José Wilmar Patiño Ballesteros

La pantalla en negro al inicio de la película Zona de interés presagia la oscuridad del alma humana y los sonidos difíciles de identificar hacen pensar en la monstruosidad que será revelada. (Lea: Anatomía de un juicio)

Pero no vemos nada de eso, conoceremos al matrimonio Hoss y sus cinco hijos, que viven en una idílica zona campestre, donde las labores diarias de la casa, la educación de los niños, los paseos, las visitas, las celebraciones y las conversaciones sobre un futuro mejor hacen parte de la normalidad familiar. (Lea: La salud es un negocio)

Esta es la parte de la historia ofrecida al espectador, la que falta está al otro lado del muro que separa la vivienda de los Hoss de Auschwitz, el campo de concentración ubicado en la Polonia ocupada por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial en el que fueron asesinadas más de un millón de personas. (Lea: Pirámide estrato seis)

No es una película violenta, pero mientras avanza el sonido se impone a la imagen y se revela el horror, saturado de gritos, disparos, fuego, trenes y ruegos, que en su lejanía se asemejan al ruido de fondo de cualquier fábrica. (Lea: Derecho sucesoral)

Y es que el régimen nazi industrializó el exterminio de seres humanos y Rudolf Hoss, un padre ejemplar, simplemente fue un funcionario eficiente de esta maquinaria de muerte. (Lea: Tetris, diversión, riqueza y muerte)

No dejemos de lado el dilema de la representación del holocausto. Claude Lanzmann, director de Shoah, evitó recrear lo ocurrido en los campos de concentración y solo usó la voz de testigos, ante la imposibilidad material y ética de mostrar algo remotamente comparable a lo sufrido por las víctimas. (Lea: Jury Duty o cómo reírse de la justicia)

Por su lado, Steven Spielberg, con su Lista de Schindler, mostró las cámaras de gas y la angustia de los llevados a la solución final. (Lea: La salud es un negocio)

Es un dilema que la película de Jonathan Glazer confirma que continúa vigente, pues solo a través del sonido espera que el espectador, conocedor de lo ocurrido en el holocausto, imagine lo que pasa fuera del campo de visión que ofrece su producción cinematográfica. (Lea: Perry Mason para una época oscura)

Pero tal vez lo inquietante no sea este debate, si se quiere narrativo, sino la decisión creativa del director de mostrar de la forma más realista posible la cotidianidad de un matrimonio; vemos que los victimarios no son monstruos, son gente corriente, con deseos y planes, y los que asistimos a la sala de cine somos una proyección de los protagonistas. (Lea: WeCrashed y el emprendimiento salvaje)

Sería fácil acudir a la banalidad de mal para describir este drama, más fácil aún decir que los Hoss eran sicópatas, pero Zona de interés muestra que gente ordinaria con deseos parecidos a los nuestros es capaz de cometer eficientemente un genocidio. (Lea: El Núremberg argentino)

¿Pero podemos vernos reflejados en los Hoss o nos indignamos ante tal suposición?

Tal vez sea exagerado, pero cada noche, cuando apagamos el televisor y la pantalla en negro nos deja de mostrar los genocidios diarios y al día siguiente caminamos sobre las ruinas de lo que ha sido destruido quizá retumbe el sonido de otros tiempos. (Lea: Literatura, cine y Derecho para fin de año)

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