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29 de Marzo de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Verbo y Gracia


Academia

09 de Septiembre de 2011

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Fernando Ávila

Fernando Ávila

feravila@cable.net.co

 

 

 

En cerca de 2.000 talleres de redacción a lo largo de 30 años he oído de todo. Por ejemplo, “¿la Academia?, ¡si eso ya no existe!”; “¡los nombres propios no tienen ortografía!”; “¿eso cómo es que se llama?, ¿diálisis?”; “¿en español? ¡uy, qué feo!”, “¡todos los pasados llevan tilde!”.

 

¿Cómo les parece lo de “la Academia no existe”?

 

Ustedes me dirán que bastaba entrar a la página web de la Real Academia Española, utilizando el blackberry, pero el blackberry no existía aún, cuando la alumna que me lo dijo me lo dijo. El caso es que yo tenía a la mano la edición del 92 del Diccionario, y le preguntaba mostrándole la página legal del primer tomo, “¿y quién editó esto, entonces?”, a lo que ella me contestaba, “¡Cualquiera lo puede haber editado! ¡El álgebra de Baldor no la edita ningún Baldor!”.

 

Y ella tenía razón…, en lo del álgebra de Baldor.

 

Lo cierto es que la Academia no solo existe, sino que nos tiene locos.

 

Durante los últimos 12 años, que en su mayoría coincidieron con el mandato de don Víctor García de la Concha, la Academia nos dejó tanto que consultar, que aún no terminamos de hacerlo.

 

Mire usted. Veníamos trabajando con el Diccionario de la lengua española del 92, y en el 2001 nos llegó la nueva edición, con su sándwich y su mogolla. Esta edición no tardó en usar las nuevas posibilidades cibernéticas, para actualizarse cada tres meses. Ahora, usted la consulta en línea, y puede encontrar una palabra que ayer no aparecía, internet / estand / bluyín, como también descubrir que terminal (de buses, aviones o barcos), que en el 2001 era femenina, ahora es de género ambiguo, el terminal o la terminal.

 

En el intermedio, 1999, la Academia publicó la Ortografía de la lengua española, en la que le dio la bienvenida al idioma a y/o y quitó las tildes de Sion, guion, rio (se rio), lio (lo lio) y guio (los guio).

 

Sin embargo, a don Víctor y sus huestes les pareció que el librito (162 pág.) había decepcionado, y comenzaron a trabajar en una nueva edición (743 pág.), que salió en diciembre del 2010. Entonces, vino todo el cacao de los prefijos pegados, despegados y con guion; los cargos en minúscula y la disminución de tildes, que tiene a más de uno con los pelos de punta.

 

Los prefijos, que antes se escribían pegados, y sanseacabó, ahora van pegados si afectan a una sola palabra, superintendente; con guion, si van antes de nombre propio, super-Santos,  o antes de cifra, super-8, y separados si afectan a varias palabras, super buena onda.

 

Encima de eso, el adjetivo ex pasó a ser prefijo, lo que exige el mismo manejo de sus homólogos léxicos. Va pegado en exministro, pero separado en ex primer ministro. Y tendrá que ir con guión cuando esté antes de cifra, ex-4:40.

 

Los cargos van con minúscula inicial en todos los casos, presidente, ministro, contralora, fiscal.

 

Por si no fuera suficiente, en el 2005, salió el Diccionario panhispánico de dudas con su márquetin, su ranquin y sus espráis; en el 2009 salió la tan esperada Nueva gramática de la lengua española, que todavía no terminamos de asimilar, y en el 2010, el ya comentado en esta columna Diccionario de americanismos, con su sánduche, sus chores y sus jaladores de carros.

 

Ya ve usted que la Academia sí existe, y se ha hecho sentir en esta docena de años como nunca antes.

 

¡Uy!

La Ortografía del 2010 tiene un capítulo, el VII, que se llama La ortografía de los nombres propios. ¡Sin comentarios!

 

Los dos puntos con que se acentúa la u en las sílabas güe y güi, de pingües e Itagüí, no se llaman diálisis, sino diéresis.

 

Que las palabras se vean mejor en inglés, blue jean, scanner, que en español, bluyín, escáner, no es más que la expresión del complejo cultural de siempre.

 

Los pasados pueden llevar tilde o no. Por ejemplo, dio, vi, trabajamos y satisficieron no llevan tilde, mientras que amé y suspendió sí. La Academia los llama pretéritos.

 

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