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Actualizado hace 1 hora | ISSN: 2805-6396

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¿Aspira a ser servidor público?

12 de Diciembre de 2018

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Ómar Vivas-Cortés

Investigador del Instituto de Estudios del Ministerio Público (IEMP)

Administrador público, Magíster, candidato a PhD

 

La pregunta sobre qué vale la pena enseñar y qué es oportuno aprender, planteada por el visionario Carl Sagan1, mantiene su vigencia ante las profundas transformaciones que acompañan a la sociedad de comienzos de este siglo. Es necesario aceptar que ser profesional no es suficiente, que hacer siempre lo mismo no es ahora valioso, y que la disponibilidad de información consultable en línea, aunada a la exponencial generación de nuevos conocimientos, revolucionan las posibilidades humanas de acción, que parten de la redefinición de la dedicación y la orientación de la energía de trabajo y sus aportes. Así, para ingresar a la función pública, tenga en cuenta estas recomendaciones.

 

1. Comprender que el cambio es una constante

 

Contrario a lo que ocurría con generaciones precedentes, para las que la formación profesional era suficiente para tener un buen desempeño durante al menos un par de décadas, ser hoy profesional implica continuar su proceso de aprendizaje, de fortalecimiento permanente de competencias, en ciclos de dos años, lapso en que se estima son introducidas innovaciones en las tecnologías y en los esquemas de interpretación. El costo de no hacerlo es elevado, pues las capacidades profesionales se reducen hasta ser obsoletas y las potencialidades de contribución dejan de ser atractivas para las organizaciones y empleadores.

 

Las prácticas empresariales y del sector público exigen nuevos perfiles ocupacionales que responden a unos nuevos referentes de acuerdo colectivo, en razón a que las imágenes de éxito propias de finales del siglo XX han cedido su protagonismo a concepciones de creación de valor privado y de valor público. El primero está enfocado a la valorización de la firma o la generación de rentabilidad, pero ahora con base en la responsabilidad social y la ética empresarial, y el segundo toma como elementos sustanciales los servicios y resultados en un ambiente de confianza y, por qué no decirlo, de esquemas de gobernanza que resitúan a la sociedad en el centro del aparato estatal.

 

Estas nuevas competencias atienden a la configuración de un mundo nuevo, que reconoce que el conocimiento y los activos ambientales también son determinantes de las posibilidades y alternativas de desarrollo, con agentes económicos que tienen mayor información y, subsecuentemente, certidumbre en cuanto a la situación de los mercados y las opciones de decisión. Se trata de un mundo que parte de un dogma fundamental de legalidad y legitimidad, en donde se demanda un aparato público orientado a resultados, íntegro en su proceder, que sea coherente con sus compromisos constitucionales y escuche las distintas voces que claman por la resolución de los conflictos, la equidad y el desarrollo.

 

Por otra parte, la democratización alcanzada en América Latina a finales del siglo pasado, aunque frágilmente en algunos países, sumada a la idea de sostenibilidad ambiental animada por las Naciones Unidas, llamadas a producir nuevos referentes en la vida social, dan origen a una nueva era en que las organizaciones sociales calificadas adquieren una presencia relevante en la orientación de las comunidades y la elaboración de la demanda pública a las autoridades: el nivel de organización social, de movilización y de interlocución ha evolucionado.

 

En este complejo escenario, el reto profesional comporta cuatro marcadores: actualización, innovación, competencias y especialización.

 

2. Actualizarse, especializarse y asistir a instituciones certificadas

 

En este escenario, las profesiones que esperan crear valor social y privado requieren actualizarse. Las nacientes formas de organización para la gestión e incidencia social exigen nuevas competencias laborales. La formación y el saber contextualizado de quienes aspiran a ser parte de un nuevo mundo tienen que ser consecuentes con los nuevos espacios, donde el cambio, además de ser una constante, tiene una velocidad, magnitud y profundidad sin precedentes, entre otras razones, por las innovaciones provenientes de la investigación tecnológica y las nuevas comprensiones sobre el mundo que, como sistemas conceptuales, son aportadas por las ciencias sociales y humanas.

 

Para actualizarse, hay que considerar hasta dónde podemos hacerlo en forma efectiva como autodidactas y, seguidamente, determinar cuándo debemos recurrir a instituciones académicas especializadas en la formación de servidores públicos, en cuya elección se deben valorar los años de experiencia, las certificaciones, los sellos de respaldo con que cuentan y, por supuesto, la calidad de la oferta académica en cuanto a pertinencia de los contenidos para la función pública, los currículos normalizados, la planta de docentes y la emisión de certificaciones.

 

En el contexto del Derecho, y para los profesionales que laboran o aspiran a vincularse al sector público, los contenidos de interés sustanciales están asociados con los marcos normativos y sus cambios, la gestión de las entidades, y la interacción con los entornos y partes interesadas. Son temas de interés central:

 

  1. En el campo jurídico: derecho constitucional, acción de tutela, contratación estatal, supervisión de contratos y estudios previos, Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, derecho de petición, derecho administrativo laboral y, por supuesto, redacción y argumentación jurídicas.

     
  2. Sobre la responsabilidad de los servidores públicos y contratistas del sector público: derecho disciplinario, autos de cargos, Estatuto Anticorrupción y las implicaciones disciplinarias en contratación estatal.

     
  3. En la interacción con los entornos y partes interesadas: atención al ciudadano, habilidades de negociación, ética del servidor público y relaciones interpersonales.

     
  4. Sobre la democratización y los mecanismos alternativos de solución: conciliación, conciliación en Derecho y resolución de conflictos.

     
  5. En competencias y alcances humanitarios: derechos humanos y derecho internacional humanitario.

     
  6. Sobre el desarrollo de la gestión: diseño, ejecución y evaluación de proyectos de ley, normas internacionales de contabilidad para el sector público (NICSP), temas sobre administración de personal —tales como certificaciones laborales por competencias— y sobre desarrollo personal —contenidos sobre comunicación asertiva, negociación y liderazgo—.

 

3. Ser íntegro

 

La crisis de confianza por la que atraviesan muchas entidades e instancias del sector público hace valioso al profesional que tiene conocimiento y expone argumentos coherentes sobre la integridad, la ética y la responsabilidad, y sobre cómo estas son alcanzables en la esfera pública. Nada resulta más desesperanzador que entrevistar a un aspirante que no transmite credibilidad, y cuyos valores y principios son deslucidos frente a los elevados compromisos que tiene la función pública, marcados por lo que se espera positivamente de sus servidores. Comprender los compromisos de integridad y los fundamentos éticos es esencial en el campo de lo público.

 

4. Certificar las competencias laborales

 

Un mundo más demandante, como el nuestro, reduce los tiempos de entrenamiento y las posibilidades que tienen las organizaciones para la inducción a los puestos de trabajo. Por eso hoy tenemos el requisito de certificación de competencias laborales, de manera que un profesional debe contar con al menos una certificación de estas competencias, alcanzable en institutos que posean la acreditación formal para otorgarla.

 

5. (Y no menos importante) tener capacidad para la innovación

 

Contrariando la idea común según la cual solo quien es genio inventa, la creatividad y la innovación son competencias que sí pueden ser desarrolladas en ambientes de aprendizaje marcados por la investigación. Por ello es indispensable adscribirse a redes, grupos e institutos de investigación que permitan, por una parte, desbordar las rutinas de pensamiento que normalmente limitan la comprensión del mundo y, por otra parte, apropiar hábitos de comprensión constructiva de las realidades, desde bases teóricas demostradas.

 

Finalmente, quien aspira a convertirse en servidor público requiere de habilidades para la investigación y la creación intelectual, siendo clave la redacción de textos, dado que, en términos de comunicación, una escritura estructurada y coherente exterioriza una mente ordenada y capaz de interpretar su entorno y de aportar a él.

 

Notas:

1. Sagan, C. (1995). Del mundo y sus demonios. Barcelona: Planeta.

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