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Actualizado hace 7 horas | ISSN: 2805-6396

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ESPECIALES TECNOLOGÍA Y MEDIOS


Una visión del revolucionario internet de las cosas en Colombia

15 de Agosto de 2019

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Juan Manuel Ojeda

Asociado senior de Lloreda Camacho & Co.

 

La sociedad, a nivel global, parece acostumbrarse cada vez más rápido a la aparición de innovaciones tecnológicas, que vienen acompañadas del invento de artículos y servicios que en un momento de la historia parecían inconcebibles; hace un tiempo, cualquier descubrimiento despertaba un gran revuelo y mucha curiosidad, ahora, este hecho parece estar más adaptado a la cotidianidad, pues con relativa frecuencia nos enteramos de descubrimientos, grandes desarrollos, creaciones e inventos que rápidamente son puestos al servicio de la sociedad.

 

Colombia no ha estado exenta de este fenómeno y es evidente cómo las innovaciones son puestas a disposición de sus habitantes con relativa rapidez desde que son creadas. Gracias a la globalización, se tiene acceso a nuevos productos casi tan rápido como un ciudadano de los llamados países del primer mundo.

 

Ahora bien, la rápida acomodación de la tecnología en nuestras sociedades representa cambios fundamentales en la forma de vida tradicional, desde la manera de desarrollar actividades cotidianas, como acceder a servicios financieros o tomar un transporte público, hasta las acciones de las empresas que venden sus servicios o adaptan sus negocios para seguir siendo competitivas.

 

No es conveniente que el Estado descuide este fenómeno, y con esto no me refiero a que deba poner trabas o sobrerregular las nuevas tecnologías; por el contrario, es necesario ayudar a que se expandan y posicionen en el país, pero sin dejar de ejercer el respectivo control, pues precisamente por la rápida masificación no es aconsejable que el Estado asuma una posición de absoluta falta de intervención, sino que en virtud de los preceptos constitucionales debe velar porque las tecnologías sean aprovechadas positivamente por los ciudadanos.

 

En el marco del avance tecnológico resulta cada vez más común escuchar el término “internet de las cosas” (IoT, por sus siglas en inglés), el cual ha iniciado su incursión en el país, y del que se espera una importante masificación en un futuro no tan lejano.

 

En este artículo explicaremos de qué se trata y expondremos brevemente nuestra posición en torno a cómo debe ser su regulación:

 

IoT (Internet of Things): puede describirse como el puente que permite conectar el mundo digital con los objetos del mundo físico. Estábamos acostumbrados al internet como aquella herramienta que nos permite acceder a un mundo infinito de información, comunicarnos fácilmente entre un punto A y un punto B, sin importar la cantidad de kilómetros que los separan, pero siempre en un entorno digital, que todos sabemos que está ahí y es muy funcional, pero que realmente no vemos, salvo por los equipos que nos permiten acceder a internet. El IoT mantiene ese mundo digital y lo vincula con los objetos físicos de nuestra vida cotidiana, teniendo como fin poner a disposición del usuario facilidades para manipular y sacar el mejor provecho de sus aparatos electrónicos, al tiempo que le permite manipular desde un mismo centro de mando todos los dispositivos interconectados, desde cualquier lugar, sin importar la distancia.

 

Ahora bien, aparte del uso del IoT en los hogares o en las oficinas, en relación con la manipulación de aparatos electrónicos, esa tecnología está siendo aprovechada por empresas en entornos mucho más amplios, con fines de marketing o simplemente para tecnificación y simplificación de labores, como cámaras con capacidad de detectar placas de vehículos, con lo cual la salida de un parqueadero público se puede agilizar, pues ya no debe presentarse un tiquete físico, sino que la cámara, conectada a una base de datos, identifica automáticamente que la placa que está captando pertenece a un vehículo que ya pagó el valor del parqueadero y, en consecuencia, da la orden de salida sin que el conductor deba realizar alguna acción adicional. Las posibilidades son infinitas y el IoT apenas comienza su desarrollo, seguro nos sorprenderemos con lo que venga, y no será en un futuro lejano.

 

La Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) publicó, en agosto del 2016, un estudio denominado “Resumen recomendaciones normativas y regulatorias para promocionar contenidos y aplicaciones y el internet de las cosas”, en el cual analiza la situación del IoT en Colombia para ese momento; mostrando cifras del 2015, se reflejaba una inversión total de 124 millones de dólares, la mayor en dispositivos para el hogar, con 101 millones de dólares, seguida, en orden descendente, por dispositivos para vehículos, dispositivos de salud y wearables. Ahora, en el 2019 es notoria la masificación del uso de IoT en el país, y seguramente el cambio en el mercado desde las cifras del 2015 será notorio, por lo que se echa de menos un nuevo estudio del mercado que nos permita tener una perspectiva actualizada de la situación en Colombia.

 

Precisamente, en marzo de este año, la CRC anunció que se encuentra trabajando en la “hoja de ruta para la modernización de las tecnologías móviles en Colombia”, lo cual debe incluir aspectos que beneficien el desarrollo del IoT y permitan su masificación en el país. Estaremos muy a la expectativa de este proyecto, que seguramente marcará la dirección del futuro de estas tecnologías.

 

En nuestra opinión, el IoT supone un cambio sustancial en la regulación tradicional, lo cual parece ya haber sido evidenciado por la CRC, que seguramente dispondrá, como debe ser, un entorno regulatorio que impulse su desarrollo.

 

En este sentido, no debe pensarse en la regulación como un elemento obstructivo de la masificación del IoT en Colombia, por el contrario, los actores del sector debemos propender por una regulación y legislación que impulse la inversión, la masificación y el acceso cada vez en mayor medida a los beneficios entregados por el IoT; de lo contrario, se estaría privando al país de gozar de las bondades de los avances tecnológicos y de un mundo interconectado, lo cual en última instancia representa un mejor nivel de vida para los usuarios y un impulso importante para la economía nacional.

 

Fuentes bibliográficas:

 

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