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28 de Marzo de 2024 /
Actualizado hace 22 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Singularidad y el Derecho del futuro

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José Miguel De La Calle

Socio de Garrigues

jose.miguel.delacalle@garrigues.com

 

El término “singularidad” hace referencia al momento en el que la inteligencia artificial (IA) logrará sobrepasar la inteligencia humana. Se estima que las máquinas superarán al hombre en algún momento antes del año 2045, y que ese será un hito trascendental que marcará el inicio de una nueva era, una era post humana, como augura el profesor en la materia José Luis Cordeiro. La IA es inteligencia básicamente porque la computadora -de forma autónoma- es capaz de aprender y mejorar continuamente, en la medida en que va ejecutando sus propias órdenes, y sin ser programada para ello. La expansión de la tecnología inteligente no se da de forma lineal, sino exponencial y es por ello que en 20 años habrá más avances que en los últimos dos milenios y el PIB per capita mundial aumentaría en promedio más del 1.000 % en el presente siglo, según calcula Cordeiro.

 

La IA logró ya la creación del vehículo autónomo y en unos años servirá para gestionar sistemas completos de transporte sin la intervención humana, lo que implica que las máquinas basadas en su autoaprendizaje estarán aptas para tomar decisiones en tiempo real y resolver problemas imprevistos. El internet gratuito en todo el planeta sería una realidad en pocos años, gracias a los micro satélites inteligentes.

 

Millones de dólares se están invirtiendo por compañías como Facebook, Microsoft y otras para la búsqueda de la curación del cáncer, el alzhéimer y otras enfermedades, con apoyo en la IA. Incluso algunos pronostican que, en pocos años, la unión del hombre, la medicina y la tecnología inteligente permitirá encontrar la “solución” al envejecimiento. Se supone que la tecnología permitirá también la comunicación cerebro a cerebro sin intermediación del habla, y la proliferación de los robots. Con la información del genoma y la lectura en tiempo real del estado de salud de cada individuo, las computadoras sabrán predecir y prevenir la ocurrencia de enfermedades, lo cual representa una total revolución en el campo de la salud.

 

La pregunta que habría que tratar de responder es: ¿Puede el sistema jurídico actual acoplarse a los retos que representa la nueva era de la IA o es necesario empezar a pensar en cambios de fondo en su estructura conceptual?

 

Sin dudarlo, habrá profundos cambios en todo lo relacionado con la formación de los contratos y la manera de expresar el consentimiento, de la mano de la llegada del contrato inteligente y el internet de las cosas. Más allá de ello, el gran reto deviene de la circunstancia de que las cosas y los computadores estén habilitadas para tomar decisiones por sí mismas, sin intervención humana. Allí, para empezar, se vislumbran preguntas en materia de responsabilidad civil, pues el régimen tradicional parte de la base de atribuir derechos y deberes a la persona natural o jurídica que toma las decisiones o que omite hacerlo, sin imaginar siquiera que la acción u omisión generadora de responsabilidad puede recaer en cabeza de una cosa o un robot. En similar sentido, se observan serios vacíos en el campo de la propiedad intelectual y el régimen de la protección de datos, pues cada vez que la máquina toma decisiones crea nuevas piezas de información que, a su vez, se pueden asociar con otros datos, provocando una espiral exponencial de nueva información que, en apariencia, no tiene un dueño o un responsable establecido. ¿Puede la máquina ser registrada como creador de una obra o como operador de una base de datos personales? ¿Quién es el responsable de un daño o una vulneración de la privacidad: la máquina que toma una decisión autónoma, el hombre que crea la máquina, o ambos “solidariamente”? ¿Sería útil para estos fines darles personería jurídica a las máquinas inteligentes? Esto es apenas un esbozo de las muchas preguntas que empezarán a surgir con el avance de la IA.

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