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23 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 10 minutos | ISSN: 2805-6396

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Administración tributaria

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Julio Roberto Piza Rodríguez

Profesor Universidad Externado de Colombia

julio.piza@uexternado.edu.co

 

 

Recaudar impuestos es una tarea universal, con algunas diferencias, en todos los países el Estado siempre debe pedirle a los ciudadanos que contribuyan con parte de sus recursos, lo cual, por supuesto es una tarea ingrata; pues muy pocos pagan con gusto, a la mayoría hay que forzarlos.

 

Todos los países obligan a sus contribuyentes (empresas y personas) a registrarse, llevar la contabilidad de sus operaciones, facturar sus ingresos y en particular, a declarar y autoliquidarse su propio impuesto. Por esa razón, la ley le concede a la administración dos años para verificar y comprobar las liquidaciones y si encuentra errores, está habilitada para reliquidar el impuesto, sancionar y cobrar.

 

El incumplimiento en orden de gravedad puede ser la omisión de registro o de declaración, la declaración incorrecta y la falta de pago. Para los diferentes comportamientos, la administración debe disponer de acciones diferenciadas: a quienes tienen la voluntad de cumplir debe facilitarles el pago. A quienes no cumplen por falta de información, deben asistirlos y orientarlos. A quienes se resisten, debe disuadirlos, no solo liquidando correctamente sus impuestos sino aplicando las sanciones correspondientes y a quienes utilizan mecanismos fraudulentos, les debe aplicar la ley con todo rigor, incluso medidas penales cuando existan.

 

La cultura tributaria en países desarrollados se caracteriza porque como parte de sociedades más consolidadas, los impuestos son más aceptados y el nivel de cumplimiento voluntario es más alto, con lo cual, por lo general, evadir impuestos constituye un delito. También, como parte de una institucionalidad más fuerte, la administración tributaria es un bien público respetado y apreciado. En países en desarrollo como el nuestro, a pesar de que el universo de contribuyentes es pequeño  –menos del 5 % de los habitantes– el nivel de cumplimiento voluntario es bajo y las conductas evasoras son toleradas socialmente.

 

Cuando el contribuyente se enfrenta cada año, todos los años, a cumplir con la obligación de declarar todos los hechos económicos relevantes y liquidar la cuota del impuesto que le corresponde pagar según su capacidad económica, puede enfrentar el dilema moral de ser transparente y sincero o directamente infringir la norma y liquidar menos de lo que le corresponde.

 

Pero, puede ocurrir también una tercera posibilidad y es que aproveche el margen que concede la interpretación de la ley frente a sus hechos económicos y la aplique de la manera más favorable a sus intereses, confiando en que no será revisado por la administración, dada la baja cobertura de control, o que si lo es, tendrá argumentos para defenderse.

 

Dada la asimetría entre el contribuyente y la administración sobre la información económica individual, un buen porcentaje de ellos, toma sus riesgos. Por eso se dice que en tiempos modernos, la administración tributaria es una administradora de riesgos. Su eficacia está en aumentar el riesgo subjetivo en los contribuyentes para mejorar el cumplimiento voluntario, acertar en la selección para verificar y luego, adelantar con detalle el proceso de investigación de los hechos económicos.

 

La planeación tributaria que ofrecen los asesores en buena medida se diseña aprovechando las economías de opción y se torna muy agresiva en el diseño de mecanismos jurídicos y financieros para eludir el tributo, para diferir su causación o pago, para trasladarlo a otra jurisdicción o para aprovecharse de un beneficio.

 

Para combatir estas prácticas, las leyes utilizan un instrumento complementario del hecho generador, las cláusulas antielusión, que tienen la función de dotar a la administración de una herramienta legal para desconocer los propósitos elusivos de una operación jurídica cuando carezca de sustancia económica y solo tengan como objetivo pagar o diferir el pago del impuesto o aprovecharse de un beneficio.

 

Los índices de evasión en el país son tan altos que fortalecer la administración tributaria es la acción más equitativa y eficiente para corregir un sistema que se concentra en los cumplidos.

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