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28 de Marzo de 2024 /
Actualizado hace 14 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Invitación a la bondad

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Julio César Carrillo Guarín

Asesor en Derecho Laboral, Seguridad Social y Civilidad Empresarial

carrilloasesorias@carrillocia.com.co

 

La referencia a la negociación colectiva suele traer a la mente de algunos una realidad problemática y difícil en la que la “inteligencia” se mide por el grito, el insulto y la estrategia desgastante sustentada en confrontar fuerzas para hacer del resentimiento por el otro el aliciente que permite obrar con fiereza.

 

El respeto por la diversidad, la decencia en el disentir, la búsqueda exigente, pero razonable en hallar puntos de encuentro se miran como debilidad.

 

Con esta visión las partes tejen mutuas recriminaciones que llegan a niveles insospechados de agresión y enojo, mientras reclaman la necesidad de paz laboral.

 

Así, relegada la autocomposición al olvido, transformado el diálogo social en un simple eslogan, surge la pregunta acerca de por qué no crece la tasa de afiliaciones sindicales, por qué los empleadores le tienen miedo a la presencia de lo sindical en las empresas, por qué muchos líderes sindicales se acostumbran a defenderse antes que a construir. Y muchos jóvenes, desde lo sindical o lo empresarial, miran perplejos cómo sus mayores discuten como adolescentes un guion bélico que fue el que aprendieron y con el que se sienten cómodos.

 

Y la perplejidad se transforma en aversión, pensando que, si eso es el sindicalismo, la negociación colectiva o el diálogo social, hay que salir despavoridos para no ser devorados por la mirada feroz de los cultores de una disciplina solamente comparable con el kick-boxing.

 

Gana entonces quien genere más miedo y, en esta espiral de torpeza, lo empresarial y lo sindical -por igual- se ven seriamente afectados por la atomización de sindicatos y negociaciones, que desgasta la relación, afecta la actividad que a todos interesa y debilita la unidad sindical, en un país en el que hay informalidad y desempleo con una economía siempre en riesgo.

 

Romper el miedo a salir de la zona de confort de la beligerancia, de lo que equivocadamente se llama ser fuertes, exige el reto de cambiar, de reinventarse y de generar adecuaciones normativas para los nuevos tiempos que preparen el camino a la negociación colectiva por rama de actividad.

 

Peter Senge en La quinta disciplina define las organizaciones inteligentes como aquellas en las que las personas logran generar un espíritu de cooperación sustentado en el respeto por la diversidad. Organizaciones en las que se anteponen las metas comunes a las individuales y la confianza se gana complementando virtudes y compensando flaquezas. Todo ello con base en la disciplina del aprendizaje en equipo que comienza con el diálogo, entendido como “la capacidad de los participantes” para “suspender los supuestos individuales e ingresar en un auténtico pensamiento conjunto”.

 

Desde esta perspectiva, se necesitan sindicatos inteligentes, empresarios inteligentes, abogados y asesores al servicio de trabajadores o de empleadores que sean inteligentes. Que se comprenda que no es más inteligente quien más agrede, sino el que mejor escucha empáticamente al otro.

 

La negociación colectiva debe ser un encuentro de inteligencias a partir del cual sindicatos y empresas crecen de manera armónica con los contextos y necesidades de cada actividad productiva, considerando sus tamaños y posibilidades. En suma, debe ser un pretexto para el reconocimiento del otro en doble vía, donde las palabras “contrario”, “enemigo” u otras de similar talante sean reemplazadas por las de interlocutor válido.

 

Es cierto que trabajar diálogo y construcción conjunta requiere quizás mayor esfuerzo. Sin embargo, ¿no es este un mejor camino?

 

La invitación entonces es a entrar -todos- en esa búsqueda que permita el fortalecimiento de una empleabilidad digna. No se trata de excluir posturas o ideologías que no compartan este planteamiento, porque sería entonces contradictorio (tanto como decir “odio al que odia” o “hay que incluir a todos menos al que no está de acuerdo), pero es necesario dejarnos revestir por la piel de humanidad que nos permita con hechos encontrar los caminos de la búsqueda conjunta, que no es unanimismo, sino afirmación de la riqueza de los diferentes intereses y puntos de vista, identificados con propósitos comunes.

 

Es una invitación para dejar ver el corazón, sin perder exigencia; para reinventarnos protegiendo la diversidad como motivo de riqueza. Es capacitarnos para dialogar. Es apostarle al proceso más que al producto.

 

Es una invitación a hacer lo correcto, porque lo correcto pone en evidencia el abuso y la evidencia del abuso permitirá ayudar a orientar a quienes quieren seguir viviendo de la confrontación para esconder el miedo a vivir con el otro en armonía.

 

Hagamos tarea de inteligencia en clave de humanidad.

 

Post Scriptum: homenaje a mi amigo Gerardo Arenas Monsalve. Gran ser humano e inmejorable jurista. La ineludible muerte que es el destino de nuestra naturaleza no atenúa el dolor de la ausencia y solo hay consuelo proyectando en el hoy el legado de su bondad y su sabiduría. ¡Gracias Gerardito por tu existencia!

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