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Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Especiales / Informe

Informe


La ciencia forense en el contexto judicial

28 de Septiembre de 2016

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Luz Mercedes Cevallos Sánchez

 

Abogada, especialista en Auditoría Forense de la Universidad Externado-Castilla la Mancha (España). Experta en investigación de fraude corporativo. Gerente de Servicios Forenses de Cevallos & Holguín Consultores

 

Series como CSI, CSI Miami, Bones y Castle, entre otras, acercaron el mundo de la investigación forense a las personas del común. Razón por la cual la palabra “forense” es asumida por muchos como la forma o los procedimientos utilizados para investigar crímenes.

Pues bien, la ciencia forense tiene un alcance más amplio al que hemos visto por décadas en las series de televisión. En realidad, es la aplicación de conocimientos científicos en un contexto jurídico-judicial.

 

Evolución histórica

 

El punto de partida del desarrollo de la ciencia al servicio de los estrados judiciales tiene una estrecha relación con la criminalística, y su génesis en la antigüedad, particularmente en Roma, en donde los juicios se llevaban a cabo en la plaza pública, de allí el origen de la palabra “forense”, proveniente del latín forensis, que significa foro o tribunal. De otra parte, la ciencia es la formulación sistemática de los conocimientos basados en la observación, la experimentación y la inducción. Es, en definitiva, el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes.

 

En otras palabras, la ciencia forense es la aplicación de una amplia gama de ciencias para abordar las cuestiones que son relevantes para el sistema judicial.

Siendo la criminalística la disciplina que aplica los métodos de investigación científica relacionados con un hecho delictivo, en busca de determinar la culpabilidad o no del investigado, es la ciencia forense la que a través del conocimiento genera resultados que determinan medios de prueba utilizados en juicio.

 

La utilización de medios probatorios para resolver conflictos jurídicos ya era concebida por los romanos, quienes, a través de sus instituciones jurídicas establecían debates probatorios dentro de los juicios orales, con el fin de impartir justicia. Sin embargo, posteriormente, con la llegada del cristianismo, se implementaría el tribunal eclesiástico de la inquisición establecido en Europa durante la Edad Media para castigar los delitos contra la fe, quienes utilizaban pruebas obtenidas a través confesiones forzadas, con métodos de tortura carentes de garantías y objetividad para los procesados, lo que llevó a emitir condenas desproporcionadas e injustas.

 

Con la Revolución Francesa y la evolución del Derecho Penal, los métodos de investigación avanzaron en establecer los principios rectores y orientadores del proceso judicial, de tal manera que los medios de prueba tendrían un rol preponderante a la hora de emitir un juicio de responsabilidad frente al procesado, en tanto que sería a partir de pruebas controvertidas por las partes, que el juez llegaría al convencimiento de la verdad.

 

Durante los siglos XVI al XIX, los avances de la ciencia forense estuvieron encaminados a desarrollar la identificación de las personas a través de reconocimiento fotográfico y dactilar, ciencia que ya en la antigüedad había sido descubierta por los chinos, mejorada en la detección de los lazos, arcos y espirales de las huellas, como factores únicos de cada individuo, permitiendo así la plena identificación del procesado.

 

Durante esta etapa, surgió en Francia la investigación privada, de la cual fue pionero Eugène-François Vidocq, un reconocido criminal que escapó de las autoridades por muchos años y que, finalmente, fue apresado por la policía de París en 1809, cuya deuda con la sociedad la pagó con trabajo como investigador policial. Incursionó en la investigación forense e implementó metodologías de seguimiento, filtraciones en las cárceles, escuchas y consecución de pruebas para perseguir a los criminales, desde su propia experiencia.

 

Sin embargo, la investigación forense basada en la experiencia delincuencial no siempre fue acertada, por lo cual era necesario que la ciencia jugara un papel importante a la hora de establecer la verdad en los escenarios judiciales.

 

Al servicio de la justicia

 

La medicina legal fue una de las ciencias pioneras en establecer un apoyo importante en la investigación criminal. En 1575, Ambrosio Paré, con su método de “medicina basada en evidencias”, abriría el camino a sus sucesores en el estudio de la medicina legal.

De otro lado, en 1684, Nehemiah Grew, perteneciente al colegio de físicos y cirujanos de la real sociedad de Londres, estudió las impresiones dactilares.

 

Luego, en 1753, el doctor Boucher realizó, por primera vez, estudios sobre balística forense, que sirvieran de apoyo a la aclaración de los hechos en los escenarios judiciales.

Casi un siglo después, el francés Mateu Orfilia, en 1840, sería el padre de la toxicología, ciencia que ayudó a esclarecer crímenes en los cuales los venenos fueron usados para cometer los homicidios.

 

En 1866, el estadounidense Allan Pinkerton ponía en práctica la fotografía criminal, para reconocer a los delincuentes. Esta disciplina sería llamada posteriormente fotografía forense. El objetivo era poder utilizar todas las técnicas de aplicación de la fotografía convencional, la cual debía proyectar claridad y exactitud del lugar o lugares de los hechos o hallazgos de cosas o personas que pudieran ser elementos para la investigación del crimen.

 

El francés Alphonse Bertillon, en 1882, introdujo el servicio de identificación judicial, conocido como método antropométrico, sobre el retrato hablado. Consistió en una minuciosa descripción de ciertos caracteres morfológicos y cromáticos del individuo.

 

Todos estos avances de la ciencia forense fueron recogidos y estructurados en una obra llamada El manual del juez, que escribió el austriaco Hans Gross, quien se desempeñó como profesor en Derecho Penal en la Universidad de Graz y como juez de instrucción en Steiermark.

 

La elaboración de su obra, en la que realizó una serie de orientaciones que debe reconocer la investigación forense para la aplicación de interrogatorios, levantamiento de planos y diagramas, utilización de los peritos, la interpretación de escrituras, fue un manual útil para los jueces en el esclarecimiento de cualquier caso penal.

 

Gross estructuró la criminalística, incluyendo las siguientes ciencias auxiliares: antropometría, contabilidad, criptografía, dibujo forense, documentoscopia, explosivos, fotografía, grafología, hematología, medicina legal y química legal.

 

La actualidad

 

La ciencia forense ha evolucionado con la misma tecnología y la innovación de la sociedad moderna. El avance en las comunicaciones y la globalización económica de nuestro tiempo ha dado paso a nuevas conductas delictivas que necesitan de expertos a la hora de investigar y recaudar elementos materiales probatorios que consoliden las pretensiones de los procesos judiciales, en cualquier campo del Derecho: penal, civil, administrativo, disciplinario, etc.

 

Existe la necesidad de contar en la investigación con peritos expertos en diferentes áreas de las ciencias forenses, tales como informática forense, para la investigación de delitos informáticos, ciberdelincuencia y protección de datos, y auditoría forense, para la investigación delitos financieros, contables, desviación de recursos, corrupción y fraude, la medicina basada en nanotecnología, entre otras, que le puedan entregar al juez elementos de juicio para emitir una decisión basada en dictámenes elaborados bajo métodos científicos con altos estándares de calidad y precisión.

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