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28 de Marzo de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Crítica Literaria

‘Un reino demasiado breve’, de Mauro Libertella

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Juan Gustavo Cobo Borda

 

Hijo de un escritor experimental y una notable poeta, ambos argentinos, Mauro Libertella nació en México en 1983 durante el exilio de sus padres. Luego estudiaría en la Universidad de Buenos Aires licenciatura en letras y trabajaría en Ñ, el suplemento cultural de Clarín. Ha publicado libros sobre la muerte de su padre y sobre su generación, a la que llama una generación analógica, más lenta, que aún no conocía lo digital.

 

En esta breve y cautivadora novela, Libertella nos revela una educación sentimental, un proceso de formación donde Julián, de 18 o 19 años, se apunta a un viaje a Israel. En los trámites del mismo conoce a Florencia, una chica de cierta dulzura y fragilidad, que adora Los Simpson y los tiene como referencia permanente. Así se harán cercanos entre Tel Aviv y el Mar Muerto, entre las primeras complicidades y los guiños que los unen. Luego, al regresar a Buenos Aires, Florencia perderá la virginidad haciendo que todo se transforme y acreciente. El esplendor cubre por un tiempo la caída futura y así, con una prosa diáfana y pertinente, se conocen, más a fondo, y comienzan poco a poco a separarse. Surgirá entonces otra mujer, Laura, y ese primer reino se derrumba. Las vacaciones en Bariloche se convertirán en un infierno. El intermedio irresponsable con Laura debe cancelarse, pues la figura de Florencia aún flota y un nuevo nombre, Ana, irrumpe y se hace decisiva.

 

Puntuada por los músicos argentinos como Calamaro o Charly García y el concierto de los Rolling Stones o por los sucesivos barrios que recorren en trashumancia adolescente, lo que mejor se trasluce en esta novela es la indecisión del personaje, sus celos, confusiones y la inmadurez con que asume un mundo que las mujeres manejan con mejor criterio. No hay nada estable y los bares y las noches marcan ese tránsito hacia una madurez donde los equívocos no se resuelven. Las tres mujeres de su vida, Florencia, Laura y Ana, nos permiten comprender mejor las actitudes jóvenes de un país sudamericano del siglo XXI.

 

Se trata de una linda novela, donde un acertado pulso narrativo fluye y abarca presente y pasado, resumiendo escenas que no eludan la ironía y que también tocan las teclas sentimentales que los jóvenes prefieren soslayar. Pero que aún recurrirán al consejo de los padres o a mirar otras referencias, como la gente de campo. En pocas páginas se encuentra todo un amplio mundo, interno y externo.

 

Vale la pena escuchar el tono de esa voz reveladora que nos muestra cómo las parejas se unifican en simbiosis impredecibles que trabajan en forma soterrada: “Esa indefinición, esa separación una y otra vez interrumpida, hizo que tanto a uno como al otro les resultara muy trabajoso estar con personas nuevas. No podían. Ana no terminaba de estar con nadie porque siempre creía que el futuro con Julián tal vez era posible y no quería cerrar esa puerta abriendo otra. Estaba inmovilizada en esa trampa sin poder ir a ningún lado. Julián comparaba a todas las chicas con Ana y todas se les antojaban feas, sin gracia, intrascendentes. Creyó haber perdido la capacidad de enamorarse. Le había cargado un nivel tan alto de mística a la imagen de Ana que el resto de las mujeres del mundo se habían eclipsado por efecto de esa luz cegadora”.  

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